También, esta no ficción me gusta pensarla como una memoria “experimental”, porque durante dos años navegué entre múltiples métodos de profundización terapéutica para recordar, para ir al pasado, para sanar desde la escritura, para poner en orden el caos interior y expandirlo a través de relatos con sentido y con mucha realidad.
Decidí recopilar cada foto, cada historia, cada recuerdo a partir de un casete que se convirtió en mi joya personal, el lugar donde encuentro mi primera voz, mi personalidad y fue el punto de partida para sensibilizarme ante el caleidoscopio de historias que me dibujan.